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Tierra

Chile país de contrastes, grandes desiertos y grandes bosques

No solo las selvas y los bosques nativos constituyen el gran potencial de biomasa para la generación de energía. También están las plantaciones forestales y las turberas, que se componen de múltiples capas de material vegetal.

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Bosques Chile

 

Fuente: Fundación Imagen de Chile

Distribución de la vegetación nativa en el norte de Chile

Las regiones septentrionales no tienen bosques de valor energético, sin embargo, en el desierto la población local ha cubierto sus necesidades de energía calórica con especies como la llareta, el tamarugo y el chañar. En el semidesierto extrae leña de espinos y algarrobos del matorral y las estepas, y también con ellos elabora carbón generalmente en hornos de barro. En la actualidad, algunas industrias aún utilizan este tipo de biomasa para energía, y el uso doméstico de la leña es extendido para cocinar y calentar las viviendas en zonas rurales áridas y semiáridas.

El bosque y matorral esclerófilo de la Zona Central

De norte a sur, los primeros bosques de valor forestal comienzan en la Región Metropolitana, donde la vegetación esclerófila es muy resistente en climas con períodos prolongados de meses secos o frecuentes sequías, como en Europa y África mediterránea.

Este bosque como fuente energética fue ampliamente utilizado en los últimos 500 años, para leña y carbón vegetal en zonas urbanas y rurales. Además, el alto consumo en construcciones, cercos, muebles y herramientas, redujo notablemente su superficie. A ello contribuyeron los recurrentes incendios forestales, que en verano se propagan con facilidad. Por ser escasas estas zonas esclerófilas, una parte, aunque pequeña, está protegida por ley.

En la cordillera de la Costa esta vegetación mediterránea o esclerófila fue predominante hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI. Los cronistas relatan la existencia de un bosque tupido de especies que se mezclaban con las de la selva valdiviana. Hoy, solo en algunos lugares se puede ver ese paisaje, generalmente en las quebradas y lugares inaccesibles.

La Depresión Intermedia desde la cuenca de Santiago hasta Puerto Montt también albergó este bosque, pero hoy está ocupada casi íntegramente por la actividad agrícola y ganadera.

Los bosques valdivianos y patagónicos

Las cordilleras andina y costera del Centro Sur y de la Patagonia tienen enormes superficies de bosques nativos primitivos o de renovales. Su valor ecológico es muy alto y por eso se protege una importante parte de ellos en el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas por el Estado (SNASPE).

El manejo de estos bosques templados cálidos y fríos en relación a la extracción de la madera, está regulado por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), quien fiscaliza que las especies de Nothofagus (coigüe, lenga, ñirre, roble), y coníferas como araucaria y alerce no se depreden, sino que estimula la reforestación con especies nativas. En el proceso de la madera en los aserraderos, se aprovechan los residuos para fuente energética.

Las plantaciones forestales

Dado el deterioro de los suelos de la cordillera de la Costa y las pérdidas para sus propietarios y para el país, se dictó el decreto ley 701 en 1974, que propiciaba reforestar las áreas degradadas mediante subsidios. Los primeros años de implementación de dicho decreto fueron exitosos por las plantaciones de pinos y eucaliptos que desarrollaron los pequeños y medianos propietarios. Pero pronto se formaron grandes empresas forestales, que se extendieron en las serranías con enormes superficies de estas especies foráneas (Pinus radiata y Eucaliptus globulus, E. camaldulensis y otros semejantes).

Se crearon industrias para la producción de celulosa, de infraestructuras prefabricadas, de durmientes, leña, etc., y se habilitó la Ruta de la Madera para conectar los puertos de exportación del producto en forma expedita. Esta industrias fueron las primeras en iniciar los estudios y aprovechamiento de la biomasa como fuente de energía. Sus residuos son un combustible excelente para generación de electricidad, tanto para el propio consumo de la industria forestal como para agregarla al Sistema Interconectado Central (SIC).

Las centrales que operan con biomasa en Chile se encuentran generalmente en las cercanías de los puntos generadores de residuos de naturaleza lignocelulósica. Hay 18 centrales que utilizan la biomasa, la mayoría de ellas en la Región del Biobío. Algunas centrales están conectadas al SIC; en total se generan casi 300 MW, que representan cerca del 2% de dicho sistema.

En la Región Metropolitana, el relleno sanitario Lomas Los Colorados en Tiltil es un ejemplo de aprovechamiento energético al capturar biogás generado de la materia orgánica.

Otras formas de generar energía a través de biomasa

En Chile se ha dispuesto que para un futuro cercano, todas las ciudades deben terminar con sus basurales, vertederos, microbasurales y cambiar a rellenos sanitarios. Estos son lugares donde se deposita la basura sobre un suelo impermeable y cubierto por una geomembrana que no permite que los líquidos se infiltren hacia las napas. Además, tienen un sistema para que estos líquidos “percolados” puedan ser separados y tratados. Los gases, como el metano, que emanan de los residuos orgánicos, son capturados y utilizados para la generación de energía.

Asimismo, las plantas de tratamientos de aguas servidas dan origen a aguas limpias a través de sucesivos procesos. De estos se generan lodos sanitarios que pasan a ser biomasa, la que constituye también una fuente de energía.

Chile es rico en extensión de bosques en relación a su territorio, ya que la Patagonia occidental o archipielágica es un continuo boscoso, el que evolucionó durante miles de años y ha sido intocado. Sus árboles, sotobosque y ecosistemas asociados están en un estado de extrema fragilidad, no solo por su grado de maduración, sino que por las condiciones de alta pluviosidad de su clima templado frío. Potencialmente podría ser una enorme fuente de energía, pero si se explotara este bosque, no se regeneraría, dado que dicho clima produce fuerte erosión e inhibe el crecimiento vegetal. De allí que, con gran visión, Chile ha logrado proteger millones de hectáreas de esos bosques.